Vistas de página en total

sábado, 24 de marzo de 2012

Tutorías

¿Le damos a las tutorías el valor real que tienen? Yo no lo hacía al principio. Fuel al final de la carrera cuando me di cuenta de la tremenda ayuda que suponían para mis estudios. Eso de hablar a solas con los profesores sobre algo explicado en clase, me parecía que era de gente que quería hacerse notar y sobresalir del resto para luego conseguir mejores notas. Nunca me planteaba que pudiese haber algún beneficio más allá. Solamente cuando empecé a tener la necesidad de que se me resolviesen dudas concretas desde mucho antes del examen, debido a que ya empezaba a llevar al día lo explicado en clase y trabajaba sobre ello en casa o en la biblioteca, fue entonces cuando empecé a ir a los despachos de los profesores. ¿Por qué no lo habría hecho antes? ¡Qué pérdida de tiempo en el pasado! Pero si era tan sencillo como ir unos minutos al despacho del profesor y preguntar. Duda resuelta. Ya está.
Lo que empecé a ver es que si, sobre todo no quería parecer tonto delante del profesor por hacer una pregunta que mostrase un bajo nivel académico por mi parte, ya que habría estado perdiendo mi tiempo y el suyo, necesitaba prepararme la visita. Esto quiere decir que estudiaba para la tutoría. No memorizando ni repasando como si fuese un examen. Simplemente iba con la lección trabajada. Por lo tanto, las dudas que tenía eran inteligentes en el sentido de que no eran obvias sino que se trataba de dudas que surgían como fruto de dominar hasta un nivel aceptable los contenidos de la asignatura a los que habíamos llegado hasta ese momento. ¿Qué significaba esto? Que estaba estudiando desde el principio, no dejándolo todo para el final. Que me encontraba a gusto conmigo mismo. Que ganaba confianza en mí no sólo por llevar las cosas al día sino porque era capaz de mantener conversaciones técnicas con los profesores. Cosa que nunca me hubiera planteado como posible. Que, por qué no decirlo, los profesores me conocían. Y eso siempre ayuda con las notas. No porque les pudiese caer bien o no. Si no porque podían ver mi progreso y esfuerzo durante el curso. Y esto cuando se tienen más de 150 alumnos en un trimestre no es nada fácil si la única forma de interactuar con los alumnos es el examen. Además de todo eso, ¡encima tenía a alguien que me resolvía las dudas!
Para sacarle el mayor partido, además de ir con el tema trabajado a la tutoría, sólo preguntaba dudas muy concretas. Lo más posible. El mejor momento era cuanto antes mejor. Un mes antes del examen mejor que 5 días antes. Y, por supuesto, en el lugar y horario indicado para las tutorías. Solía pasar que pocos días antes del examen todo el mundo iba a preguntar, formándose colas e incluso teniendo que volver al día siguiente o quedándose las dudas sin resolver por no haber tiempo suficiente para atendernos a todos. Lo mismo pasaba al terminar la clase o si lo hacías en los pasillos. Poco tiempo, muchas distracciones y otras cosas que hacer. Por ello, lo mejor era siempre ir en los horarios indicados de tutorías.
Estoy convencido de que si hubiese hecho uso de las tutorías antes, además de sacar mucho mejores notas, habría acabado antes la carrera.