Vistas de página en total

sábado, 24 de marzo de 2012

Intervalos de estudio

Mi experiencia personal

En mis tiempos de Universidad y cuando me ponía a estudiar yo era de estas personas que se tiraban los últimos días y, en el mejor de los casos, las últimas semanas estudiando todo lo que no había hecho desde el principio. Lo cual suponía estudiarlo todo al final. Dejaba de ir a clase y me metía en la biblioteca o me quedaba en casa estudiando. Pasaban las horas y yo no paraba. El miedo a suspender el examen me llevaba a exprimirme al máximo. Descansaba lo imprescindible y otra vez a la carga.

Consecuencias

Me levantaba temprano y me acostaba muy tarde. Cuando ya mi cabeza decía: “Pero ¿a dónde vas, chaval? Si hace 1 hora ya que estás leyendo el mismo párrafo y !todavía no te has enterado!” Es verdad, empezaba bien, fresco y motivado. Pero después de un tiempo la fatiga se apoderaba de mí. No había perdido motivación. Pero aquellos párrafos en los que al principio del día empleaba 10 minutos para simplemente leerlos, según avanzaba el día el tiempo se incrementaba de forma exponencial para leer párrafos de igual complejidad a los de la mañana. Luego eran 12 minutos, 15, 25, 40, 1 hora, …

Pero… ¡si existe otra forma!

Unos años después, cuando empecé a investigar sobre distintas formas de afrontar el estudio, me di cuenta de que estaba completamente equivocado siguiendo la estrategia del todo para el final. En aquellos momentos ni siquiera me planteaba que pudiese estar mal y además me permitía pasar unos primeros meses antes del examen centrado en cosas como el deporte o las fiestas y los fines de semana de forma exclusiva. Pero ahora veo que cambiando dicha estrategia por algo más respetuoso con mi mente y mi cuerpo, los resultados habrían sido infinitamente mejores. Además, habría podido disfrutar plenamente del deporte, los fines de semana y demás, sin remordimientos de conciencia por no estar estudiando. Tampoco habría ido exhausto al examen ni mi rendimiento habría sido tan mediocre como consecuencia de ello.

Problema resuelto

Intervalos cortos de tiempo son la solución para mí. Siempre había pensado que se trataba de estudiar durante horas seguidas lo que debía hacerse para aprobar y, si encima se querían sacar notas brillantes, entonces más horas todavía. No hablemos ya de la preparación de Oposiciones o exámenes de reválida del tipo de la Selectividad de hace años en España. En este tipo de pruebas se examina sobre una cantidad ingente de información en muy pocos días. Por lo que yo pasaba que para aprobar algo así tenías que encerrarte en casa y eliminar cualquier contacto con el exterior durante meses para poder tener alguna opción de aprobar.

Cómo

La duración de los intervalos puede variar para cada persona. Un reloj de cuenta atrás cualquiera sirve para llevar el control.
En mi caso, los ciclos de estudio son de unos 40 minutos. Repartidos de la siguiente forma:
  • 1ª parte: 2 minutos de respiración, entrada en un nivel de concentración ideal para el estudio y fijación de mi objetivo en mente;
  • 2ª parte: estudio durante 30 minutos;
  • 3ª parte: actividad de tipo físico durante 5 minutos (subir y bajar una planta por las escaleras, barrer, fregar los platos del desayuno, …).
Los tiempos son modificables, pero como norma general siempre se respetan. Uno de los motivos por los que esto es así es porque de esta forma aumenta mi sensación de control. Yo estoy llevando las riendas del asunto. El estudio no me puede a mí ya que estoy cumpliendo en todo momento con el horario fijado.
Hay ocasiones en las que estoy en medio de un cálculo o memorizando algo y me encuentro inspirado por lo que no quiero romper ese momento. De ser así, procuro prolongar lo mínimo esos 30 minutos de la segunda parte hasta terminar con lo que estaba.

Consecuencias

Los principales beneficios que encuentro son (además de la confianza en mí mismo que me da el hecho de estar en control de la situación)
  • alto rendimiento y puesta en perspectiva de lo estudiado,
  • equilibrio de esfuerzos.
Respecto al alto rendimiento alcanzado, aclarar que se debe principalmente a que respeto las necesidades de mi cuerpo en este sentido. Si prolongo la 2ª parte mucho más de esos 30 minutos, el esfuerzo que tengo que hacer para mantener la concentración es tremendo. Cuando hablo de puesta en perspectiva me refiero a que, tras volver de la 3ª parte, cuando repaso el objetivo que quiero cumplir al estudiar, tengo “a vista de pájaro” lo que he hecho hasta ahora y lo que me queda por hacer. ¿No te pasa algunas veces que estás dándole vueltas o profundizando en un concepto que en realidad no te aporta ningún conocimiento significativo pero en el que empleas mucho tiempo o esfuerzo y no te das cuenta del tiempo por lo que sigues y sigues con ellos? A mí me ocurre algunas veces y gracias a los intervalos de 40 minutos cada vez menos. Porque al tener que parar a los 30 minutos y luego volver a repasar mi objetivo en la 1ª parte del siguiente intervalo, me doy cuenta de no debo seguir empleando más tiempo en ello.

Sí, pero ¿cómo?

El secreto para averiguar cuál es el tiempo ideal de tus intervalos es probar y escuchar a tu cuerpo. Él te dirá qué te viene mejor a ti.
Ahora acabo porque la alarma de mi reloj acaba de saltar y, si quiero seguir en control, debo parar ahora mismo. En otro artículo hablaré del número ideal de intervalos de tiempo de estudio en un día. Por el momento, quizás quieras probar a estudiar el siguiente tema a intervalos como los arriba expuestos.