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sábado, 24 de marzo de 2012

¿Cuál es el ritmo ideal de estudio?

Baja forma

¿Qué ocurre cuando practico deporte? Si me fuerzo demasiado, puedo lesionarme. Si lo hago sin esforzarme nada, me sabe a poco o me aburro y acabo perdiendo forma física. Pierdo el tiempo. Lo mismo ocurre cuando estudio. Si desde el principio empleo muchas horas, en poco tiempo me he quemado. Si no estudio apenas, mi rendimiento baja y me resulta cada vez más difícil ponerme con ello.
Para preparar exámenes de universidad u oposiciones, por ejemplo, desde muchas fuentes se propone la estrategia del maratón. Empezar con tiempo y progresivamente ir cogiendo forma hasta llegar al punto de rendimiento máximo en la etapa final que es cuando nos examinamos.

Introspección

Hay ocasiones en las que no dispongo del tiempo necesario para preparar la materia a un nivel mínimo para aprobar y lo que hago entonces es establecer expectaciones realistas. Preguntas como ¿qué ocurre si no apruebo?, ¿qué ocurre si no saco la nota mínima?, ¿y si sólo me preparo parte del temario? Unas veces acabaré ajustando el temario al tiempo del que dispongo, otras seguiré estudiando pero para la siguiente convocatoria y en algunos casos pospondré el estudio y emplearé el tiempo en otra tarea. Lo importante en cualquiera de los casos es estar seguro de que lo que estoy haciendo es lo mejor, teniendo en cuenta las restricciones de tiempo que tengo en ese momento. Si no acepto la realidad y quiero volcarme en ello aprovechando al máximo el tiempo del que dispongo que, como desde un principio no es suficiente, acabaré frustrándome por no avanzar todo lo rápido que quiero. Me encontraré fácilmente irritable haciendo a los que me rodean sufrir las consecuencias de mi falta de planificación realista.
Por todo ello, al final acabo dejando de estudiar por haberme saturado y no presentándome o consiguiendo malos resultados. Y no es que cualquiera de estos dos desenlaces suponga un fracaso. El error habrá sido el dejarme llevar por la situación y no tener control sobre ella. Porque, cuando estudio sabiendo que no voy a poder cubrir lo exigido en la convocatoria pero estoy convencido de que estoy haciendo lo mejor que puedo dadas mis circunstancias personales, físicas y disponibilidad horaria y de recursos, no puede haber fracaso.

La frustración

Cuando estudio demasiado poco, a pesar de disponer de tiempo, lo que me ocurre es que no estoy motivado o las circunstancias externas (como habitación no preparada, material insuficiente, ruido ambiental) impiden que avance al ritmo adecuado. Mi autoestima decrece y desde mi cabeza escucho de forma constante la voz de mi conciencia diciéndome: “Te sientes culpable no estar estudiando como debieras”, “estás perdiendo el tiempo”, “no vas a ser capaz de aprobar”, “no vas a conseguir tu objetivo”, “no puedes con ello”. Las consecuencias acaban siendo las mismas que las explicadas más arriba. En este caso el error habrá sido el mismo. Falta de control de la situación. Me habré dejado llevar.

El ritmo

Dicho lo anterior y suponiendo que dispongo del tiempo, motivación, entorno físico y material necesarios para estudiar con garantías, entonces lo que hago es empezar poco a poco. Al principio se trata de dar pasos firmes, pero sin gastar energías innecesarias. Cosas como “Recabar todo el material al principio” y “Por qué leer todos los libros al principio” me ayudan a subirme al tren desde la parada inicial, ganar confianza, planificar de modo realista y, sobre todo, estar en control de la situación. Y todo ello, sin quemar los barcos desde el principio. Para llevar a cabo estas tareas no necesito realizar un gran esfuerzo intelectual ni emplear una gran cantidad de horas. Todo lo contrario. Y es que encima, disfruto haciéndolo. Me siento, una vez más, en control de la situación.
Si llevo bastante tiempo sin estudiar. Sean meses o años. Emplear entre 90 y 120 minutos de estudio durante la primera semana (5 días) es algo completamente aceptable. De ahí en adelante, el límite lo ponen mis circunstancias personales, motivación, entorno, forma física y hábitos alimenticios. Sólo necesito escuchar a mi cuerpo y éste me dice si hay que frenar o acelerar. Hasta el momento en el que puedo llegar a las 8 horas altamente productivas al día, 6 días a la semana. Por supuesto, la progresión no es infinita. El bien merecido descanso acaba llegando y siempre antes de lo esperado.

En control

Cada persona tiene sus propios ritmos para todo. Ser más o menos lentos sólo implica lo que nosotros mismos queramos. Lo que debemos hacer es controlar la situación y no la situación a nosotros.