Imagen: Las puertas ejercen una influencia sobre nuestra memoria [Fuente: Alan Walker]
Autor: Adrian TrigliaFuente: psicología y mente
Pensar en puertas
Muchas veces ocurre que, al pasar de un sitio a otro, olvidamos lo que íbamos a hacer.
Es frecuente que esto ocurra cuando trazamos recorridos a los que ya
estamos acostumbrados: ir al trabajo, a la escuela, etc. Nos damos
cuenta, así, de que hemos tomado subconscientemente la ruta hacia
nuestra oficina cuando en realidad queremos ir a visitar a un amigo,
sólo porque ambas rutas comparten el tramo inicial y estamos más
acostumbrados a ir hacia el trabajo que a visitar el piso del compañero.
Esto se explica porque, al haber pasado tantas veces por el mismo
sitio, nuestro cerebro codifica esta ruta como el camino a seguir por
defecto, le da al botón del “piloto automático” y, mientras nuestros
pies nos llevan tranquilamente por la ruta equivocada, nosotros podemos
dedicarnos a pensar en otras cosas más interesantes. Sin embargo, en
otras ocasiones nos olvidamos totalmente de lo que íbamos a hacer cuando estamos en nuestra propia casa,
un sitio que frecuentamos tanto que no hay una “ruta por defecto”. En
estos casos, lo único que queda en nuestra consciencia es una sensación
de haber tenido un objetivo muy claro segundos atrás, un propósito que
ya no existe más que como una desorientación inexplicable. Además, como
consecuencia de este aturdimiento nos cuesta recapitular mentalmente las
acciones que hemos llevado a cabo justo antes de encontrarnos donde
estamos y, quizás por eso, no advertimos que lo último que hemos hecho
antes de que nuestro destino desapareciera de nuestra mente es… pasar
por una puerta.
Secuencias cortadas
Sorprendentemente, la clave de estos pequeños misterios cotidianos podría estar justamente ahí, en las puertas.
Existen indicios de que pasar por una influye en nuestros recuerdos de
manera inconsciente y que, en realidad, el simple hecho de imaginar que
pasamos por una puerta puede causar estos borrones de memoria (Radvansky
et al, 2011) (Lawrence & Peterson, 2014). Es decir, que pensar en puertas puede facilitar que olvidemos el hilo conductor de lo que estábamos haciendo.
La explicación es problemática, pero podría ser la siguiente: las
puertas actúan como divisores de nuestros recuerdos. Quizás por cuestión
de rendimiento, nuestro cerebro parte nuestro flujo de experiencias en
porciones más pequeñas. En ese sentido, la representación mental de una
puerta actuaría como desencadenante de una de estas divisiones ejercidas
sobre nuestra mente, cortando inconscientemente la “narración” de los hechos
que vamos viviendo. Podemos pensar en estos fragmentos como las tomas
cinematográficas que dividen una película cualquiera. De manera
fortuita, aspectos importantes a la hora de desarrollar un plan de
acción pueden perderse en este proceso de “corte” y no pasar al
siguiente fragmento: por eso muchas veces nos levantamos del sofá y
terminamos paralizados por la incerteza unos metros más allá.
¿Sólo ocurre al pensar en puertas?
Sin embargo, por esta misma lógica hay
otros elementos que pueden tener el mismo efecto sobre nosotros. Por
ejemplo, se ha llegado a observar cómo las frases que introducen una discontinuidad temporal producen el mismo efecto.
Así, cuando leemos algo parecido a “una semana después…”, nuestra
capacidad para asociar recuerdos es menor para aquellos recuerdos que se
encuentran a uno y otro lado de esa división temporal si los comparamos
con recuerdos que se encuentran en un sólo fragmento (Ezzyat et al,
2010). Es también por este mecanismo de división por lo
que es tan fácil tener la necesidad de releer las últimas líneas
después de darnos cuenta de que la narración que estamos leyendo ha dado
un salto en el tiempo o en el espacio (y, por lo tanto, es diferente a
la última que recordamos). La culpa no es del libro, ni tiene por qué
ser debido a que lo que leemos carezca de interés. El responsable de
que sucedan estas cosas es el sistema de ensamblaje de recuerdos que
opera en nuestro cerebro.
Esto último es interesante porque resalta en carácter simbólico de este proceso. No es que estemos biológicamente predispuestos a olvidar al pensar en puertas, es que este es un efecto secundario de la carga simbólica de estos artefactos.
Esto significa que prácticamente cualquier otro fenómeno perceptivo
puede producir en nosotros el mismo efecto si subconscientemente le
asignamos un significado similar al que suelen tener las puertas. ¿Oyes
eso? Son los psicoanalistas, que ya están afilando sus lápices.
Referencias bibliográficas:
- Ezzyat, Y. y Davachi, L. (2010). What constitutes an episode in episodic memory? Psychological Science, 22(29), pp. 243-252.
- Lawrence, Z. y Peterson, D. (2014). Mentally walking through doorways causes forgetting: The location updating effect and imagination. Memory, doi:10.1080/09658211.2014.980429
- Radvansky, G. A., Krawietz, S. A. y Tamplin, A. K. (2010). Walking through doorways causes forgetting: Further explorations. The Quarterly Journal of Experimental Psychology, 64(8), pp. 1632-1645.