Alimentación equilibrada
Como advertía Don Quijote a Sancho, «la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago». No hay que olvidar que los neurotransmisores que rigen el ánimo y el comportamiento se forman con los nutrientes que ingerimos.
Por eso, el cerebro, como el resto del organismo, se beneficia, y
mucho, de una alimentación equilibrada. Como regla general, lo que es
bueno para el corazón también lo es para el cerebro. De ahí que sea más
que aconsejable evitar comidas ricas en grasas animales y azúcares, que
aumentan el colesterol y los niveles de glucosa. Porque el colesterol
elevado y la diabetes son factores de riesgo para patologías como el
alzhéimer o el ictus. El libro “Cocina para tu mente”,
editado por Blume y escrito por la bioquímica Perla Kaliman y el
cocinero Miguel Aguilar, proponen interesantes recetas para combinar los
mejores alimentos para el cerebro.
Café, té verde y chocolote negro: el trío que mejora la memoria
Si quiere mejorar su memoria, debería tomar una buena taza de café
después de aquello que le interese recordar, según un estudio publicado
la semana pasada en «Nature Neurocience». Esta bebida estimulante no
sólo nos mantiene despiertos sino que se perfila, en la dosis adecuada,
como un alimento neuroprotector que potencia la memoria a largo plazo.
No es el único con estas propiedades sobre el recuerdo y la cognición. El chocolate negro
-a través del flavonol epicatequina- mejora también la memoria,
posiblemente incrementando el flujo sanguíneo al cerebro. Pierde esta
propiedad cuando se combina con leche. Y el té verde
además de ayudarnos a recordar mejor -no hay que olvidar que los tres
tienen cafeína- tiene efectos cognitivos saludables y actúa como
ansiolítico. Los últimos estudios indican que podría retrasar el
envejecimiento cerebral y enfermedades neurodegenerativas.
Yogur: conexión intestino-cerebro
Las bacterias intestinales, consideradas como nuestro «segundo genoma», ejercen una influencia sobre el cerebro que se está empezando a conocer y valorar-
además de ser importantes en el desarrollo de patologías como la obesidad, influyen en nuestro estado de ánimo y están implicadas en la salud mental y el desarrollo del cerebro.
El yogur no sólo ayuda a regenerar la flora intestinal. Algunos estudios apuntan a que también es capaz de mejorar el estado de ánimo.
Pescado azul: cerebro más joven con omega 3
Los ácidos grasos omega-3, presentes en pescado azul como atún,
sardina, boquerón, salmón, caballa o palometa, entre otros, han
demostrado un papel protector frente patologías neurodegenerativas como el alzhéimer.
Al parecer, las grasas poliinsaturadas ingeridas atraviesan la
barrera que aísla el cerebro y equilibran los parámetros relacionados
con esta enfermedad en el líquido cefalorráquideo.
Los omega-3 parecen ser eficaces también para retrasar la progresión del deterioro cognitivo leve en las primeras fases.
Avena: para equilibrar el sistema nervioso
Tomada en el desayuno, esta gramínea ayuda a controlar el azúcar en sangre y mantiene también a raya los niveles de colesterol, dos parámetros fundamentales para la salud cerebral.
La avena además tiene un efecto directo sobre el sistema nervioso: es ansiolítica, aunque de acción lenta, y combate el estrés.
Tomada con regularidad mejora la concentración y el rendimiento en épocas de especial esfuerzo intelectual, como los exámenes.
Arándanos: para rendir mejor
Los frutos rojos y morados, son una importante fuente de polifenoles (que también contiene el té verde), esenciales para combatir el estrés oxidativo.
En especial los arándanos rojos tienen un alto contenido en el
flavonoide proantocianidina, asociado a una disminución del riesgo de
enfermedad cardiovascular.
De eficacia probada en la reducción infecciones urinarias recurrentes, el arándano rojo americano -fresco, congelado o en zumo- mejora también los problemas oculares y auditivos y es saludable.
Parece que potencia la circulación sanguínea del cerebro y algunos estudios sugieren que mejora el rendimiento cognitivo.
Soja: contra el declive cognitivo
Rica en fitoestrógenos, es conocida su indicación para prevenir los
trastornos asociados a la menopausia. Pero no es su única virtud.
El consumo regular de soja ayuda también a prevenir la arteriosclerosis, tan perjudicial para la buena salud no sólo cardiovascular, sino también cerebral.
Además es efectiva para paliar el declive cognitivo asociado a la edad y mejora la orientación espacial, al menos en mujeres, según algunos estudios recientes.
Coles: protección para el cerebro
Coliflor, repollo, coles de Bruselas, rúcula o nabo, y especialmente lombarda y brócoli, todas de la familia de las crucíferas, aportan sulforafano, un antioxidante con propiedades neuroprotectoras.
A diferencia de lo que ocurre con las vitaminas, esta molécula beneficiosa para el cerebro se forma precisamente al cocinarlos,
cortarlos o masticarlos. Además de sus probadas propiedades
anticancerígenas, el sulfofarano tiene efectos protectores frente a la
isquemia cerebral, hemorragia, daño cortical o inflamación.
Además ayuda a preservar la integridad de la barrera
hematoencefálica, cuya integridad está empezando a considerarse crucial
en las patologías neurodegenerativas.
Ejercicio: alimento mágico para el cerebro.
No nos hemos equivocado. Se trata de un saludable consejo que forma parte del saludable estilo de vida mediterráneo: «Poco plato y mucho zapato».
El ejercicio es una especie de «alimento mágico para el cerebro». Y
es que las propiedades saludables de estos alimentos sobre el cerebro se
multiplican con el ejercicio, que además ayuda a producir neuronas
nuevas.
La actividad física estimula la producción del Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (FNDC), relacionado con la nutrición del tejido nervioso, fundamental para la supervivencia de las neuronas y el establecimiento de nuevas conexiones.