Otros expertos sugieren que sacando la lengua de la boca y dejándola quieta entre los labios conseguimos eliminar el número de estímulos que llegan al cerebro, dejando más neuronas disponibles para otras ejecutar correctamente otras actividades que requieren toda nuestra atención. |
"Toda persona puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro" Santiago Ramón y Cajal. Premio nobel de Medicina (1906)