A menudo encuentro que la forma más adecuada de abordar la
preparación de exámenes es ir de lo GRANDE a lo Pequeño. Me resulta más
fácil asimilar los conceptos y profundizar en detalles, definiciones o
fechas después, que ir de forma secuencial intentando memorizar desde el
detalle hasta la idea global.
La estrategia que sigo en este sentido es la siguiente: se trata de
recabar todo el material que vaya a ser necesario para prepararme el
examen. Lo primero es confeccionar una lista en la que se incluyan, allá
donde corresponda:
libros, DVDs, vídeos,
programa con el índice de materias,
herramientas como calculadora, reglas, compás, ordenador (con las aplicaciones necesarias), diccionario,
horario de clases,
dirección de la biblioteca más cercana en la que pueda encontrar material de lectura relacionado con lo que voy a estudiar,
página Web oficial del organismo, universidad, instituto al que asisto,
Internet: podcasts, foros, grupos de noticias, blogs,
…
Y ¿luego qué? Simplemente le hecho un vistazo a todo. Literalmente.
No hace falta leer los libros todavía, ver “Por qué leer todos los
libros al principio”. Busco una idea general del material que utilizaré
en los próximos meses. Pretendo familiarizarme con ello así como hacerme
una idea imprecisa pero muy valiosa de lo que voy a hacer en un futuro
inmediato. A partir de aquí siento las bases para realizar una
planificación realista del tiempo de estudio.
¿Pérdida de tiempo? Precisamente lo contrario. Invertir tiempo en
esta primera medida consigue ahorrarme una enorme cantidad de horas a
corto, medio y largo plazo. Además de la seguridad en mí mismo que
empiezo a construir en torno a la materia de la que voy a ser examinado.