Muchas veces me he preguntado qué es lo que se hace para saber
mucho acerca de una cosa en particular. Hecho, concepto, fórmula o idea.
Y ha sido tras observar a mi hija, de poco más de un año de edad,
cuando me he dado cuenta de lo que se hace para dominar por completo un
concepto, de arriba a abajo. Cuando tiene delante un objeto nuevo para
ella, algo que nunca antes había visto, lo coge por un lado, por otro,
le da la vuelta, lo chupa, se lo acerca, lo aleja, lo deja caer, le da
una vuelta, luego otra, lo pone boca arriba, boca abajo, le da golpes
con la mano, le da golpes con otro objeto, si tiene alguna pieza que se
puede desprender, intenta quitarla y si puede, luego intenta ponerla … Y
vuelve a repetir lo anterior en distinto orden las veces que hagan
falta hasta que se ha aprendido por completo el objeto nuevo. Que ya
deja de serlo desde ese momento. Tras lo cual, ya no tiene interés para
ella y lo aparta de su vista. Se lo ha aprendido. Era algo que no
conocía. Ha puesto todos sus sentidos para aprenderlo,
para descubrir en qué consiste, cómo suena, a qué sabe, cuál es su forma
desde todos los ángulos posibles, si se puede romper, si no, si se
puede moldear, si se puede deshacer. Y una vez acaba con ello, a por
otra cosa nueva. A aprender más.
¿Qué le lleva a ella a actuar de esa forma? Pues la verdad es que la
psicología infantil no es uno de mis fuertes pero sí intuyo que la
necesidad de aprender. Supongo que su instinto de supervivencia tiene
mucho que ver en todo ello. Eso y una curiosidad infinita. No le da miedo coger algo nuevo de lo que no tiene ninguna referencia anterior, algo con lo que no está familiarizada.
Aplica este modelo a cualquier materia o concepto (Historia,
Filosofía, Literatura, Psicología, Enfermería, …). Por ejemplo, si
estudias Historia, pregúntate cómo sería la vida en aquel momento en ese
sitio en particular, ponte en el caso del rey, del noble, del
campesino; pregúntate qué hubiese pasado si en lugar de estar reinando
Ludovico X “El Caballero” lo hubiese estado su oponente Paco “El Flaco”;
¿qué hubiese pasado si el escenario hubiese tenido lugar en otra parte
del mundo, en otro continente?; ¿y si en lugar de un país pequeñito se
tratase de un imperio que abarcase medio `planeta?; ¿y si el rey en
lugar de un déspota cruel hubiese sido un budista?; … Otro ejemplo: si
estudias la fórmula de la velocidad: velocidad = espacio / tiempo
(v=e/t), imagina qué pasa cuando aumentas el valor del espacio, ¿qué
ocurre? ¿la velocidad aumenta o disminuye?; ¿qué pasa si aumentas el
tiempo? ¿el objeto irás más rápido o más lento?; aplica la fórmula a lo
que tarda una hormiga en un recorrido de 10 centímetros; aplica la
fórmula al vuelo de un avión transoceánico; compara resultados; y, si en
lugar de utilizar tiempo, ¿divides entre masa? ¿tiene algún sentido?;
juega con las unidades, multiplica uno de los valores por un millón y ve
qué pasa, ¿existe algo a lo que le puedas aplicar esos valores?; …
Coges la idea, ¿verdad? Dale todas las vueltas que hagan falta. Ten en cuenta todas las variantes que se te ocurran. Utiliza tu imaginación
para crear todas esas situaciones absurdas que no han ocurrido pero que
te sirven para familiarizarte con el concepto, fórmula, hecho o idea
que estás estudiando. A la vez que haces este ejercicio de creatividad,
asimilas lo que estás estudiando, creas enlaces mentales que afianzan tu
conocimiento. Aumentas tu confianza en tí mismo y en lo que estás
haciendo. Además, y no menos importante que todo lo anterior, ¡es divertido!