22 Sep, 2010
    
por Luis. 
 
La Subvocalización es un hábito por el que repites verbal o 
mentalmente todas las palabras que lees, según lees. Y éste es un hábito
 a reducir si pretendes leer muy rápidamente, ya que, pronunciar 
(incluso mentalmente) frena tu velocidad de lectura (la vista va mucho 
más rápido que el habla)
El Mayor Obstáculo
El más común de los inconvenientes con el que te puedes encontrar 
cuando decides reducir el hábito de la Subvocalización es la frustración
 que provocan los primeros intentos infructuosos. Es decir, que por un 
lado quieres dejar de subvocalizar (pronunciar lo que lees) y 
no decir nada
 y, por otro, dentro de ti tiene lugar un diálogo interno constante que 
no deja de repetir lo que estás leyendo. Es esa misma voz que habla una y
 otra vez sin cesar la que unas veces te dice lo que debes hacer, otras 
lo que deberías hacer; otras lo que deberías haber hecho; otras lo mal 
que hiciste aquello; otras cómo hubiesen sido las cosas si supieses lo 
que sabes ahora; otras te recuerda qué diferentes serían las cosas si 
hubiese pasado esto otro,  … y así puede seguir la lista 
interminablemente. ¿Te resultan familiares estas frases?
La Voz Interna
Generalmente suena como la voz propia y otras veces puede sonar como 
la de alguna otra persona (padre, madre, tutor@, profesor@, herman@, …).
 La cuestión es que no dejas de oírla una y otra vez y cuando estás 
leyendo no hay excepción. La diferencia con el resto del tiempo es que 
esta vez lo único que te dice es justo lo que tienes delante, el texto 
que estás leyendo
¿De Dónde Viene esa Voz Interna?
De tu interior, eso ya lo sabes, sólo tú puedes oírla
¿Qué Es esa Voz?
[
Imagina que comienzo a hablarte desde el interior de una iglesia o un templo] “Es la vooooz de tu concienciaaaa” [
Ya he terminado de hablarte desde el templo]
¡Para nada! 

  No es la voz de tu conciencia pero en cambio sí es la voz de tu mente.
 A tu mente le encanta permanecer en escena y con papel principal el 
mayor tiempo posible. Y cuando estás leyendo no hay excepción. No hay 
tregua. Le encanta saltar al escenario (si es que no se encontraba ya en
 él) y comenzar a recitar (subvocalizar) sin parar
¿Qué Puedes Hacer Entonces?
Desde el punto de vista de la Lectura Rápida no te conviene 
eliminarla por completo. Sí reducirla para que sólo pronuncie 
(subvocalice) ciertas palabras. Lo ideal es que sólo pronuncie aquellas 
palabras clave que llevan el peso de la información del texto. En otras 
ocasiones (artículos) te he hablado acerca de cómo reducir la 
Subvocalización al leer y, si has intentado poner algunos de ellos en 
práctica, habrás podido comprobar que lo primero que necesitas es 
práctica y, luego, un poco más de práctica 
 
El ejercicio que propongo a continuación tiene que ver con el control
 que tú puedes ejercer sobre esa voz interna. Esa voz que no es más que 
la voz de tu mente. Sin ánimo de menospreciarla y aun reconociendo que 
son muy importantes las labores que ejerce la mente de un ser humano en 
numerosas ocasiones a lo largo del día, en otras muchas lo deseable es 
que baje del escenario y lo deje vacío durante un tiempo y así dé un 
respiro a tod@s
Controlar esa Voz Interna, ¿Cómo?
Lugar: Con poco o ningún ruido
Material: Libro (cuanto más sencillo de leer, mejor), silla (en la 
que sentarte cómodamente pero no en exceso), mesa (en la que apoyarte)
Proceso (olvídate de comprender lo que lees, si lo entiendes bien y si no lo entiendes también bien):
- Abre el libro y comienza a leer (subvocalizando)
 
- Reduce la velocidad de lectura para que la voz que escuchas 
internamente reduzca la velocidad en la que pronuncia las palabras según
 vas leyendo
 
- Vuelve a leer a velocidad normal. Aumenta la velocidad de lectura y 
date cuenta de que la voz aumenta la velocidad en la que repite lo que 
lees
 
- Vuelve a leer a velocidad normal. Cambia el tono de la voz de forma 
que emita tonos muy graves, imagina que esa voz suena como la de Louis 
Armstrong. Incluso hazle seguir leyendo como si estuviese cantando “What a wonderful world“, por ejemplo
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. Ahora cambia y ponle la voz de un niño de 5 años
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. Pon la voz de 
un actor de comedias que te resulte muy gracioso, uno con el que te rías
 nada más verlo
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. Sube el 
volumen. Que la voz no hable, ¡QUE LA VOZ GRITE!, ¡QUE SE DES-GA-ÑI-TE!
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. Que pronuncie con acento fjansé
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. Haz que la voz susurre
 
- Vuelve a leer con la voz a la que estás acostumbrad@. 
Progresivamente baja el volumen, puedes imaginar que estás pulsando el 
botón de menos volumen (“-”)  del control remoto de un equipo de sonido.
 La voz es cada vez más débil y se desvanece por completo cuando ya no 
puedes bajar más el volumen desde el control remoto
 
¿Qué ha ocurrido?, ¿has conseguido modificar el tono, timbre, ritmo, 
volumen, … de esa voz que no consigues dejar de oír una y otra vez 
cuando lees y cuando no lees?
¿Has conseguido que se desvanezca en el punto 10., aunque sólo fuese por unos instantes?
Y a partir de ahora, ¿qué?
A partir de ahora ya sabes, por si no lo habías sospechado antes, que
 una cosa es lo que oyes constantemente en forma de diálogo interno, con
 tu voz o la de otr@s y otra cosa bien distinta eres Tú. Esa voz es la 
de tu mente, que está a tu servicio. Tanto cuando lees como cuando no. 
Si has podido realizar el ejercicio libre de percances, habrás 
comprobado que Tú puedes controlar esa voz y decidir qué traje de actor 
quieres que se ponga y cuándo quieres que desaparezca de escena