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sábado, 23 de marzo de 2013

Breve historia de la mnemotecnia


Por cortesía de Mnemotecnia.es (Luis);

Capítulo 2

En la edad media

La caída del imperio romano supuso el fin de una cultura y la pérdida de unos conocimientos que tardarían mucho tiempo en volver a ser re-descubiertos. Tal es el caso de la mnemotecnia, de la que no volvemos a tener noticias hasta el siglo XIII, bien entrada la edad media.
Cuando San Alberto Magno, pero sobre todo su aventajado discípulo Sto. Tomás de Aquino, estudian la obra de Aristóteles, encuentran un título donde el filósofo aborda el tema de la memoria. Esto les recuerda aquel viejo tratado de retórica donde se describían unas técnicas de memorización (la Rhetorica ad Herennium, por entonces atribuida a Cicerón), y tomando dos ideas de aquí y dos de allá, Sto. Tomás compone cuatro reglas para mejorar la memoria que aparecen en su Summa Theologiae, escrita entre 1265 y 1272. [+info]
En lo que a mnemotecnia respecta, las palabras de Sto. Tomás no son gran cosa, pero despiertan el interés por el olvidado arte de la memoria entre los religiosos que estudian la doctrina del doctor angélico. Y así es como aquellas reglas que enseñaban a los oradores romanos a memorizar sus discursos, ahora enseñarán a los predicadores medievales a memorizar sus sermones.
Pero esta mnemotecnia medieval presenta una singularidad: a menudo renuncia a las imágenes extrañas. En el desarrollo del método loci normalmente asociamos los asuntos a recordar con el lugar de la ruta improvisando una imagen absurda, extraña, llamativa, etc. que fije un vínculo entre el lugar y el asunto; en la edad media la técnica es la misma pero no se emplea este tipo de imagen, los diversos datos a recordar sencillamente se depositan en el lugar de la ruta sin recurrir a ningún tipo de absurdos.
La explicación que se ha propuesto para este hecho es que los sacerdotes no sólo usaban la mnemotecnia para memorizar su sermón, sino que la compartían con el auditorio para que también sus fieles, al terminar la misa, recordasen la palabra de Dios. Por tanto, utilizarían imágenes simples que fueran comprensibles por gente sencilla y sin instrucción.
Para facilitar el recuerdo de los asuntos situados en cada lugar, ya que la asociación era muy débil, lo que se hacía era improvisar rutas que guardaran alguna similitud o evocasen la materia que se estaba memorizando. Esto lleva a la proliferación de diversos tipos de rutas que usar con el método loci. Veamos algunas de las que sugiere el franciscano Francesc Eiximenis en su Ars praedicandi populo (compuesto hacia 1377):
Unas están inspiradas en la retórica romana, como el recorrido por las distintas capillas o elementos que encontramos dentro de una iglesia, o elementos destacados de las ciudades que atravesamos camino de Santiago de Compostela. Otras parten de conceptos medievales: la figura humana, como símil de la estructura social, sugiere una ruta por las diversas partes del cuerpo; el universo formado por esferas invita a un trayecto a través de las mismas, desde el cielo empíreo hasta el centro de la tierra. También los acrónimos pueden verse como una ruta, donde cada letra es un lugar que recuerda a determinado asunto que empieza precisamente por dicha letra [+info].


Para citar este documento, reproduzca la siguiente línea:
SEBASTIÁN PASCUAL, Luis. Breve historia de la mnemotecnia [en línea]. Texinfo ed. 1. Mnemotecnia.es, Marzo 2013 [ref. de 20/03/2013]. Disponible en Web: .