Cuando iba a clase en la Universidad, siempre veía que algunas de
mis compañeras siempre se sentaban en la primera fila. Una de las cosas
de ellas que me llamaba mucho la atención era que siempre tenían unos
apuntes muy elaborados, con colores, dibujos y, precisamente estas
chicas, sacaban las notas más altas como norma general. Mis apuntes,
cuando los habían, eran algo sin sentido la mayoría de las veces y, lo
peor de todo, inservible. Tenía que acabar pidiéndoles a ellas o a otras
personas sus apuntes y fotocopiándolos. Ha sido años después, tras ver
en la Chester Beatty Library de Dublín una exposición sobre Leonardo Da
Vinci y sus “apuntes” cuando empecé a comprender que cuando estas chicas
confeccionaban los suyos ya fuere con ese propósito o no, utilizaban
el hemisferio derecho del cerebro con los beneficios que ello siempre
supone a la hora de estudiar. Por cierto, la exposición sobre Da Vinci
circula por todo el mundo. Si tienes oportunidad de verla, ya sabes. Si
no, en Internet se puede encontrar mucha información al respecto: The Da
Vinci Codex
La forma ideal de tomar apuntes en clase es un tema a tratar en otros
artículos por publicar. En cualquier caso, ya sean mapas mentales,
mapas conceptuales, diagramas de araña, burbuja, árboles, texto escrito,
taquigrafía, simbología propia, etcétera, pasar esos apuntes a limpio
nos reporta un beneficio tremendo en nuestros objetivos de asimilación
de contenidos, comprensión, memorización y repaso.
Justo al terminar la exposición del profesor, emplea no más de 30
segundos en ojear tu obra más reciente. Los apuntes que acabas de tomar.
Intenta comprender lo que has escrito y dibujado. Nada más.
Una vez en casa o en la biblioteca o en dondequiera que sea tu lugar
de estudio, utilizando colores, dibujos, viñetas, caricaturas, … Pasa lo
recogido en clase a limpio. Dándole tu toque personal. Quizás quieras
cambiar la estructura y volver a escribir o dibujar rehaciéndolo todo. O
puede que simplemente optes por añadir color, subrayados y algún
dibujo. Tú eres quien sabe qué te funciona mejor. El tiempo a emplear en
esta parte variará según el grado de complejidad del contenido objeto
de estudio. Yo intentaría no extenderlo más allá de los 3 minutos en la
mayoría de los casos.
Para terminar, antes de ir a dormir. Démosle a nuestro subconsciente
algo distinto de la película o programa que acabamos de ver, con lo que
trabajar mientras dormimos y echémosle un vistazo a esos lustrosos
apuntes de los que estamos tan orgullosos. Felices sueños.