Vistas de página en total

miércoles, 26 de octubre de 2011

Selección de letras en el código fonético.

Extractado de mnemotecnia.es;


Si has tenido ocasión de leer sobre el código fonético, observarás que rara vez hay dos autores que coincidan en la misma elección de letras para cada número. En algunos puntos puede haber coincidencias (por ejemplo, parece haber más o menos cierto acuerdo en asociar la letra N al número dos, por aquello de que se escribe con dos palitos) sin embargo, difieren completamente en otras letras. ¿Cuál es el motivo?
Bien, por un lado tengamos en cuenta las peculiaridades propias de cada idioma: aparte de elementos exclusivos (por ejemplo, la ñ tan característica del español no figura en ningún otro idioma) vemos como incluso palabras que son comunes se pronuncian de forma totalmente distinta.
Por otro lado, cada cual es libre se seguir sus propios criterios a la hora de realizar esta selección y ante la misma disyuntiva, unos optarán por una solución, otros por otra. Las principales discrepancias surgen a partir de las siguientes cuestiones:
El dilema de la C.
La letra C presenta una singularidad, y es que según la vocal que le acompañe se pronunciará de una forma u otra. Así, podemos observar que la C no tiene el mismo sonido cuando decimos casa que cuando decimos cielo.
Los autores que consideran esta distinción a la hora de confeccionar el código fonético muestran la letra C repetida, presente en dos números distintos:
- C, K = 4 (cuando se pronuncia como casa)
- C, Z = 6 (cuando se pronuncia como cielo)
Aunque no sea muy ortodoxo y vaya un poco en contra del espíritu del sistema fonético, no soy partidario de ver una misma letra asociada a dos números distintos, por sencillez y claridad.
Es decir, me resulta más fácil y práctico cada vez que veo una C asociarla al número 4 -y ya está- que no cada vez que veo una C analizar que vocal viene a continuación, para pensar como se pronuncia y a partir de ahí deducir qué número le corresponde.
Otro tanto puede decirse de la letra G: no se pronuncia igual cuando decimos garganta que cuando decimos gemido, sin embargo, que me disculpen los más puristas: para mí, una letra un solo número.
NOTA: No me he entretenido en estudiar las razones, pero observo que los autores extranjeros son más propensos a repetir una letra (asociándola a tal o cual número según se pronuncia) que los de lengua española, poco dados a esta distinción.
El dilema de la V.
Hay autores que suelen mantener la V y B asociadas al mismo número. Y hay buenas razones para ello. Por un lado, cada vez es más común que al hablar pronunciemos ambas letras igual (¡la buena dicción se está perdiendo!). Pero también está el problema ortográfico.
Consideremos la palabra avión. Consideremos también que a la hora de escribir esta palabra nos asalta la duda: ¿avión se escribe con V o con B? Si es con V (v=5) representa el número 52, pero si es con B (b=9) equivaldrá al número 92. ¿Cómo salir del aprieto? Pues muy fácil, asociemos tanto la V como la B al mismo número, y así, independientemente de que avión se escriba con V o con B, el número de esta palabra será el mismo.
Pues bien, quien guste de unir V y B está en su pleno derecho, sin embargo, yo opto por hacer la distinción de V por un lado y B por otro. ¿Por qué?
1) De niño tuve unos profesores que se tomaron muy en serio la tarea de enseñarme a escribir correctamente, y no daban tregua: quien en algún examen cometía un error ortográfico, automáticamente estaba suspendido, independientemente de que la respuesta estuviera bien o mal. El resultado es que, a día de hoy, salvo alguna palabra extraña, normalmente siempre sé cuando se escribe con V o con B, no hay problema.
2) Resulta muy tentador -e intuitivo- asociar al número 9 las letras P y B. Si además le añadimos la V para que esté junto a la B, parece que este número quede cargado en exceso con letras muy habituales, mientras otros números quedan un poco huérfanos. Eso obligaría a redistribuir las letras y se perdería un poco la lógica de la relación número-consonante.
Es decir, a la hora de componer nuestro código fonético debemos buscar una relación fácil entre la letra y el número, pero también una distribución uniforme de las letras entre los distintos números, de forma que no haya ninguna cifra para la que sea difícil encontrar una palabra. Pero a pesar de todo, cada cual es libre de seguir sus propios criterios.
El dilema de las consonantes dobles.
Otro problema se presenta a la hora de considerar las consonantes dobles, es decir, aquellos sonidos que se representan, no con una, sino con dos letras. Es el caso de CH de charco, LL de lluvia, RR de carro.
Tenemos dos posibilidades: considerar la unidad fonética y asociar un sonido a un número (si el sonido se representa con dos letras, pues ambas letras corresponderán a un número) o bien optar por una norma única donde cada letra es un número, como en las consonantes simples (no se considera la pronunciación de la palabra).
NOTA: En realidad hay una tercera opción, que consiste simplemente en ignorar estos casos.
Tomando como ejemplo la palabra carro, si atendemos a la pronunciación, aquí encontramos dos sonidos que corresponden a c (c=4) y rr (rr=0) por tanto esta palabra es el número 40. Ahora bien, si en lugar del sonido nos atenemos a las letras con las que se escribe esta palabra -independientemente de como se pronuncie- habrá que considerar tres consonantes: crr, por tanto, esta palabra equivaldrá al número 400.
Y esta es la cuestión: a la hora de confeccionar nuestro código fonético, ¿consideraremos los sonidos o las letras de la palabra?
El modelo clásico opta por la primera opción, donde cada sonido corresponde a un número, independientemente de que se escriba con una o con dos letras. Así, la C en la palabra carroes un 4, mientras que la C en la palabra charco -junto con la H- está representando a otro sonido que equivale al número 8. Es decir, una cosa es C (c=4) y otra es CH (ch=8). En este caso charco equivale al número 804.
La otra opción busca más simplicidad: la C siempre equivaldrá a un 4 independientemente de la letra que venga a continuación. Así, C y CH serán lo mismo, ya que la consonante H no suele tenerse en cuenta. En este caso charco equivale al número 404.
Bien, cada cual puede esgrimir sus razones para emplear un sistema u otro. Personalmente, confieso que utilizo el modelo clásico solo por tradición; fue el que aprendí en su momento y, como nunca me ha supuesto una dificultad, es con el que sigo trabajando.
Las exclusiones.
Hay algunas consonantes que no suelen utilizarse en el código fonético por diversas razones: H, Y, W, X.
H – En el español actual es una consonante de sonido mudo (no tiene ninguna pronunciación) y por este motivo es excluida.
Y – Su pronunciación es igual a la de la vocal I, y para evitar confusiones (las vocales no se utilizan más que como relleno) también se excluye.
W, X – Son consonantes muy poco utilizadas en español, apenas aparecen en un puñado de palabras, por tanto, se excluyen para tener un código fonético más simple, con menos letras.
Personalmente estoy de acuerdo con las razones de las letras H e Y, pero no con W y X que sí incluyo en mi código fonético. ¿Por qué?
1) El hecho de que haya pocas palabras con W y X no me parece razón para que, si hay ocasión, no podamos utilizarlas. Además, no creo que incluir estas consonantes en el código fonético sea hacerlo más complicado, pues es bien fácil asociar la W con la M al número 3 (W es una M puesta boca abajo) mientras que la X se pronuncia de forma muy similar a la CH del número 8.
2) Si eres una persona bilingüe y dominas con fluidez otro idioma, perfectamente puedes utilizar el código fonético con palabras extranjeras, donde si es más probable que encuentres palabras formadas con estas letras.
En resumen.
Lo bien cierto es que, sea cual sea la solución que adoptes, el código fonético es una herramienta útil y que funciona perfectamente, de ahí que cualquier criterio elegido sea válido: no hay una norma que permita confeccionar un sistema mejor que otro. Puedes seguir un modelo o confeccionar tu propio código fonético según tus gustos o vicios. Lo importante es que la relación letras-número sea fácil e intuitiva.

Mi código fonético.
He aquí el criterio que utilicé para crear mi código fonético:
1. El número uno se escribe parecido a la letra t, así pues ésta será la primera consonante que asigne. Por similitud fonética, la d se pronuncia de forma similar a la t, añadiré también al número uno la consonante d.
2. Al número dos le asigno la letra n, por aquello de que se escribe con dos palitos. También la ñ por la misma razón.
3. Siguiendo con este criterio, al número tres le corresponde la letra m. También le asignaré la w, que viene a ser muy similar a una m puesta boca abajo.
4. Al número cuatro le asigno su inicial, c. Por similitud fonética, añado también las letras k y q.
5. ¿Recuerdas como se escribía el cinco en números romanos? ¿Y el cincuenta? Así pues al número cinco les asigno las letras v y l.
6. Al seis le asigno también su letra inicial, s, y también la z que además de tener cierta similitud de pronunciación se escribe como una s pero del revés.
7. La letra f se parece mucho a un 7 escrito a la inversa, así pues queda asignada a este número. También la letra j que se asemeja a un 7 puesto boca abajo.
8. La letra g es la que más se parece escrita al número ocho. También le asigno la x por su similitud de pronunciación con el sonido “ch” de “ocho”.
9. Para el nueve me reservo las letras p y b, que además de tener un sonido similar, fácilmente recuerdan un 9 al dibujarse también con una línea y un circulo.
0. No puedo emplear su inicial c por estar asignada al número cuatro, pero sí su siguiente consonante, la r, que además es la última letra que me queda libre.
También asigno rr al cero (igual que la r), ll al cinco (igual que la l) y ch al ocho por formar parte de la palabra que define al propio número. El resultado es la siguiente tabla:
0
r
rr

1
t
d

2
n
ñ

3
m
w

4
c
k
q
5
v
l
ll
6
s
z

7
f
j

8
g
x
ch
9
p
b


Otros autores.
Aunque podría desarrollar una lista más extensa, me limitaré a exponer el código fonético que proponen en sus libros algunos de los autores más conocidos.
Jaime García Serrano“Sea usted una computadora humana”.
0
r

1
n

2
d

3
t

4
c

5
s

6
l

7
m

8
ch

9
v
b
Mi opinión: Busca la máxima simplicidad, utilizando mayormente una sola letra para cada número. Sorprende un poco que para el 8 utilice ch en lugar de alguna consonante más común como f, g, j.
Ramón Campayo“Desarrolla una mente Prodigiosa”.
0
r


1
t
d

2
n
ñ

3
m


4
c
k
q
5
l


6
s
z

7
f


8
g
j
ch
9
p
b
v
Mi opinión: Una tabla algo desequilibrada, números con tres letras y otros con solo una. Omite las letras w, x; también rr, ll.
Harry Lorayne“Cómo desarrollar una super-memoria”.
(original en inglés, traducción al español de Baldomero Porta)
0
r
rr

1
t
d

2
n
ñ

3
m


4
c
k
q
5
l
ll

6
s
z
c (ce, ci)
7
f
j
g (ge, gi)
8
g
ch

9
p
b
v
Mi opinión: Distingue c y g según pronunciación, con las ventajas o inconvenientes que eso pueda suponer. Por lo demás, una tabla muy equilibrada. Omite las letras w, x. Es posible que Ramón Campayo, como yo, aprendiese de mnemotécnia leyendo a Harry Lorayne, de ahí que nuestras tablas presenten muchos puntos en común. 
Robert Tocquet“Supermemoria”.
(original en francés, traducción al español de Fabián García-Prieto)
0
s
z
c (ce, ci)
x
1
t
d


2
n
ñ


3
m



4
r



5
l
ll


6
j
ch
g (ge, gi)

7
c
q
g
k
8
f
v


9
p
b


Mi opinión: También distingue la c y g según pronunciación. Desequilibrada al incluir para unos números cuatro letras, mientras deja otros con solo una. Omite w, rr.
Kenneth L. Higbee“Su memoria”.
(original en inglés, traducción al español de Cecilia Pisos, adaptado por Javier de la Fuente)
0
z
c


1
b
v
p

2
d
t


3
n
l


4
m



5
s



6
g
j
q
k
7
f



8
ñ
ch
y

9
r



Mi opinión: Una asociación de números y letras de lo más peregrina. Gran desequilibrio, con números con cuatro y tres letras y otros con solo una. También omite w, x, rr, ll.