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miércoles, 26 de octubre de 2011

Colaboración de Hatred Banner

Extractado de mnemotecnia.es;


Recibí por correo electrónico una interesante carta de Hatred Banner donde señala el importante trabajo de Paolo Rossi y sus aportaciones a la historia del arte de la memoria. Como el asunto puede resultar atractivo, comparto con todos el diálogo en este artículo.
Antes de añadir mis impresiones, reproduciré el texto de la carta:

En primer lugar saludos y enhorabuena por la página, ha sido para mi una sorpresa inmensa conoceros. He visto que en la sección de libros reseñáis el inmenso trabajo historiador de Yates, libro que me abrió los ojos a este mundillo, y he notado la carencia de otro notable historiador, Paolo Rossi, quien cuenta en su haber con varios libros dedicados en extenso a la historia de la mnemotecnia. Entre ellos creo que el más destacable es el titulado "El pasado, la memoria, el olvido : ocho ensayos de historia de las ideas". No obstante, no he leído toda su extensa obra, pero el tema de la memoria siempre tiene hueco en su obra. En la ya citada lo trata de soslayo, pero tiene la suerte de ser un libro, en vez de un artículo, y de haber sido traducido al castellano. A fin de cuentas también es importante reseñar al autor.
Como muestra extraigo un fragmento de la obra (Capítulo 2, ¿Qué hemos olvidado de la memoria?, página 48 de la edición española), mucho más elocuente al respecto que cualquier comentario que yo pudiera realizar:
Las normas del arte retórico hechas públicas por Pedro [de Ravena] están fundadas, como se decía, en la doctrina “ciceroniana” de los lugares y las imágenes. Los lugares pueden ser columnas, ángulos, ventanas. No deben estar ni demasiado cercanos ni demasiado lejanos uno del otro (la distancia óptima es de alrededor de seis pies). Una iglesia poco frecuentada ofrece, por ejemplo, una buena base para trabajar. Se da tres o cuatro veces la vuelta a la iglesia partiendo desde la puerta y volviendo a ella. Al volver a casa se repiten muchas veces los lugares. Con el tiempo se podrán agregar nuevos loci obteniéndolos de las paredes externas. El arte maravilloso está todo aquí: individualizar los lugares, memorizarlos, colocar en los lugares imágenes apropiadas. Iglesias y palacios a menudo son aconsejados, pero la locatio y la collocatio pueden tener lugar en cualquier sitio. Se puede hacer referencia a los casos del latín colocándolos en las distintas partes del cuerpo: el nominativo es la cabeza, el genitivo la mano derecha, el dativo la izquierda, el acusativo el pie derecho, el vocativo el izquierdo, el ablativo el vientre o el pecho. Se hace referencia al número gramatical con una imagen desnuda para el singular y una imagen vestida para el plural. Para recordar la palabra panem, disponiendo de esta estructura, se coloca en el lugar a una muchacha desnuda que toca un pan con el pie derecho; para la palabra abbatem se coloca un abate desnudo que toca el lugar con el pie derecho. Muchas colocaciones después pueden efectuarse basándose en el sonido de las palabras o los gestos realizados: por ejemplo, un perro para el verbo cano, un amigo que desnuda a otro para el verbo spolio, y así sucesivamente. Las letras del alfabeto pueden ser vistas como personas: Antonio por A, Benedicto por B, y así sucesivamente.
En la página 51 hay otra muestra de su hacer, en este caso cotejándolo con informes médicos recientes:
Este procedimiento, fundado en la “claridad de la lectura de las imágenes” y en la “evidencia de su colocación”, ya había sido descrito, a comienzos de los años 30, por Tukasa Susikito a propósito de un mnemotista japonés. Lurija se da cuenta de que no existen límites temporales o “espaciales” para la capacidad mnemónica de S. Su problema se vuelve el de su eventual capacidad de olvidar. La llave para descifrar la causa de los raros errores de S. “se encuentra en la psicología de la percepción y no en la psicología de la memoria”: Yo había colocado el lápiz en las proximidades de una cerca, de esas que, ya saben, se encuentran a lo largo de las calles, y he aquí que el lápiz se confundió con la cerca y yo pasé a su lado sin darme cuentas... Lo mismo sucedió con la palabra huevo, que había sido dispuesto contra una pared blanca. ¿Cómo hubiera podido distinguir un huevo blanco contra una pared blanca? (...) A veces me sucede que coloco una palabra en un lugar oscuro, y eso es un error, naturalmente. La palabra casa, por ejemplo, se encontraba en el vano de una puerta y allí dentro estaba oscuro... era difícil verla. (...) Ahora no me sucede eso de colocar los objetos en un pasaje oscuro: hago de modo tal que haya luz para no tener ninguna dificultad a la hora de verlas. Sobre la buena iluminación de los lugares habían insistido todos los textos del ars memorativa. Aprender a olvidar es de cualquier modo para S. una empresa difícil que se resuelve en una serie de fracasos. La frase más simple le suscita una casi infinita cadena de recuerdos. S. pierde, uno después de otro, muchos puestos de trabajo. Se vuelve un profesional de la memoria como artista de varieté.
Inclusive, más adelante se permite cuestionar algunas de las afirmaciones de Yates en su monumental Arte de la Memoria.
Como puede comprobar a partir de estos fragmentos extraídos casi al azar el libro rebosa de interés para cualquier interesado en la memoria y sus artes.
Espero haber sido de ayuda, si recuerdo más libros de interés se lo haré saber.

Mis comentarios:

En efecto, si la obra de la historiadora británica Frances Amelia Yates goza de un merecido prestigio, no menos debería ser la del italiano Paolo Rossi. Sin embargo, así como el texto de Yates resulta relativamente fácil de conseguir en alguna librería, no ocurre lo mismo con la obra de Rossi. Su texto más significativo, en cuanto al arte de la memoria se refiere, creo que es Clavis Universalis: el arte de la memoria y la lógica combinatoria de Lulio a Leibniz, libro imposible de conseguir (yo al menos lo intenté durante largo tiempo sin éxito, y si he podido leerlo es gracias a la biblioteca de la universidad de filosofía). Esta es la razón por la que, a la hora de recomendar una lectura, cito a Yates, pues será más fácil de encontrar para cualquier lector interesado, pero puedo asegurar que Clavis Universalis no desmerece en absoluto.
Durante los años 50, sin tener noticias uno de otro, tanto Yates como Rossi empezaron a darse cuenta en sus estudios de la gran influencia que la antigua disciplina del arte de la memoria había ejercido sobre diversas materias y personajes históricos. Rossi hace una excelente recopilación en su Clavis Universalis, que no siendo una obra enfocada exclusivamente al arte de la memoria, si nos muestra su evolución desde el siglo XIII con Ramón Llull (Lulio) hasta el XVII con Leibniz (en mi libro Historia del código fonético: apuntes sobre el arte de la memoria en los siglos XVII, XVIII y XIX [ver] hago una referencia a Leibniz; descubrí la importancia del personaje leyendo precisamente a Rossi). El mismo año de su publicación, 1960, buscará a Frances A. Yates -que por entonces ya había publicado algún estudio sobre Ramón Llull y estaba preparando su conocido El arte de la memoria- para obsequiarle con un ejemplar de su libro; Yates, lejos de tomarlo como una intromisión en su trabajo, lo acogió con entusiasmo, y es algo que puede apreciarse en las numerosas referencias que hace al trabajo de Rossi en su libro El arte de la memoria de 1966. La segunda edición de Clavis Universalis, de 1983, está dedicada precisamente a la historiadora británica.
Así pues, pocas voces más autorizadas que la de Rossi para explicarnos el arte de la memoria de Pedro de Rávena, protagonista de la primera cita que reproduces, un conocido personaje que dejaría su impronta en buena parte de la Europa del siglo XVI (uno de los primeros artículos que adapté para esta web está dedicado precisamente a su figura [ver]). Su obra Fénix o arte de memoria hoy podemos leerla tanto en su latín original como traducida al español actual gracias al trabajo de Luis Merino Jerez, que la incluye en su libro Retórica y artes de memoria en el humanismo renacentista.
En la segunda cita hace referencia al trabajo de psicólogo ruso Alexander R. Luria y su libro, ya un clásico, titulado Pequeño libro de una gran memoria, donde repasa su trabajo de casi treinta años con un sujeto de memoria excepcional, al que simplemente se refiere como S (Salomón Shereshevski). No se trata de un texto sobre la memoria, sino sobre la figura de una persona incapaz de olvidar -con todos los problemas que ello supone- y que termina intentando hacer de su defecto virtud dedicándose al espectáculo, donde asombraba al público con su memoria excepcional. Pero un punto interesante es cuando habla de las técnicas que ha desarrollado en sus actuaciones para acordarse de todo: con asombrosa similitud, sin nunca haber oído nada del tema, describe preceptos del clásico arte de la memoria. El libro de Luria es muy recomendable -incluso puede leerse como una novela- y aunque el original es de los años 60, hay una nueva edición del año 2009 que podemos fácilmente encontrar en las librerías.
Ya, a modo de conclusión, reconozco que desconocía el libro de donde has extraído las citas que amablemente compartes conmigo: lo añadiré, en un sitio preferente, a la larga lista de lecturas que tengo pendientes. Y será un placer intercambiar algunas ideas sobre cualquier otro libro que consideres interesante.

Hago extensiva la invitación a todo aquél que quiera participar.

Respuesta de Hatred y mis comentarios:

Gracias por la respuesta, es un placer poder contribuir.
Al leer tu respuesta me he percatado de que ciertamente, gracias a la biblioteca de la facultad de filosofía, rara vez tengo consciencia de la dificultad que supone hacerse con tales libros. Con respecto a Llull y el arte de la memoria quizá sea de interés el breve pero intenso recorrido que hacen en la Revista Azogue: (http://www.revistaazogue.com/hermetica/arte.htm) Igualmente me he tomado la molestia de rescatar otro fragmento, esta vez de Umberto Eco en su obra "La Búsqueda de la lengua perfecta", en concreto puede encontrarse en la página 146 (como creo que no se ha publicado más que una edición en español prescindiré de buscar tal información). El libro en sí no trata el problema de la memoria, pero creo que este extracto puede resultad de utilidad a nivel histórico (desconozco hasta que punto son relevantes los autores que cita, confío en que podrá ilustrarme a este respecto):
Por ejemplo, en obras como el Congestorius artificiosae memoriae (1520) de Johannes Romberch, su adaptación al italiano de Ludovico Dolce, Dialogo nel quale si ragiona del modo di accrescere e conservar la memoria (1575, primera edición de 1562), o el Artificiosae memoriae fundamenta (1613) de Johannes Paepp, el sistema de los casos gramaticales se recuerda asociándolo a partes del cuerpo humano. No sólo tenemos un sistema que expresa otro sistema, sino que los dos planos se corresponden: no es arbitrario que el nominativo se asocie a la cabeza, el acusativo al pecho que puede recibir golpes, el genitivo y el dativo a las manos, que poseen u ofrecen y así sucesivamente.
Y, finalmente, me quedaría citar un artículo o libro donde se reseñaban pinturas y frontispicios cuya gestación estaba íntimamente ligada con la producción de imágenes del arte de la memoria, desgraciadamente, y por irónico que parezca, no logro recordar la fuente exacta. En cualquier caso, si finalmente no consigo recordarla creo que aún estoy en condiciones de reseñar algunos de las pinturas que se mentaban en el texto. Corrígeme, y espero no equivocarme, actualmente la web no cuenta con material específico a este respecto.
A título personal permítete una advertencia, no quisiera que te sintieras engañado por mi comentario sobre "El pasado, la memoria, el olvido : ocho ensayos de historia de las ideas", pero lo cierto es que el libro en sí me fue recomendado en clases de Historia de la Ciencia, en concreto el capítulo dedicado al olvido como principio constitutivo del adoctrinamiento científico. De hecho el que leyera el libro entero vino condicionado precisamente al advertir la relación de Rossi con el arte de la memoria, pues no abundan ni quienes aprecien ni aún los entendidos sobre esta materia. Con ello quiero decirte que el recorrido que realiza es vertiginoso y, aunque todo él está vertebrado por el tema de la memoria, el tema del arte en sí es tratado con particular interés tan sólo en el Capítulo 2 y algunas consideraciones que, creo recordar, realiza en el apéndice a tenor de los cursos de lectura rápida y de imagen y mercadotecnia de las escuelas de publicidad.

Desconocía el artículo de la revista Azogue que señalas. El personaje de Llull desde luego da para mucho, ahí podemos encontrar un inicio.
Sobre las figuras mencionadas en la cita de Eco, son nombres bastante conocidos (especialmente Romberch) aunque entre ambos media casi un siglo. No obstante, se adivina la razón por la que aquí aparecen juntos:
A finales del siglo XV Jacobus Publicius (Oratoriae artis epitome, 1482) inaugura la moda de ilustrar los libros sobre el arte de la memoria con interesantes grabados. En esta línea, en años siguietes, los nombres más destacados serán Johannes Romberch (Congestorium artificiosae memoriae, 1520) y Cosmas Rosselius (Thesaurus artificiosae memoriae, 1579) cuya influencia se deja sentir en muchos otros autores (personalmente, pude comprobarlo estudiando el trabajo de Fray Diego Valadés y su Rhetorica Christiana de 1579; ahí pueden encontrarse ilustraciones que son practicamente una copia de lo que vemos en Publicio o Romberch).
En el siglo XVII Johannes Paepp retoma este hábito en claro contraste con el secretismo de su maestro Schenkel -una especie de Pedro de Rávena, pero un siglo después- e incluye ilustraciones que bien hubiera podido firmarlas el propio Romberch. De ahí que Eco los relacione.

Cosmas Rosselius(Thesaurus artificiosae memoriae, 1579)

Johannes Paepp
(Artificiosae memoriae..., 1618) 
Añadiré a la cita de Eco que las asociaciones a distintas partes del cuerpo se utilizaban con muchos fines, incluso recordar números (ver al final de mi artículo Feijoo y el arte de la memoria el título “¿Cómo se memorizan cifras mediante el sistema de lugares e imágenes?” [ver]).
Sobre las pinturas y frontispicios, en relación con el arte de la memoria, seguro que se podría obtener mucho jugo. Es un tema que todavía no he investigado ni tengo información, así que el título de ese libro sería interesantísimo, para buscarlo y echarle un vistazo. ¡A ver si lo recuerdas! ;)